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BIENVENIDOS y AGRADECIMIENTOS


...Sirvan estas líneas a modo de homenaje y agradecimiento a cuantos se cruzaron en mi camino y me aportaron alguna porción de esa esencia de la vida, cuyo conjunto hizo y hace que ésta merezca la pena ser transitada, especialmente a aquellos cuya capacidad de disfrutar haciendo disfrutar a otros, admiro, venero y agradezco, cuyo afán por ello les deseo sea devuelto merecidamente día tras día....

...Y agradecer a mi amigo ReySagrado por cederme algunas de sus imagenes para usar en este blog y que vosotros podais disfrutar y a Arwen por sus bellos relatos...

Defensa, asedio, munición y castigo





En tiempos de paz el castillo podía ser un centro administrativo, un hogar, un mercado, pero cuando la guerra perdía esos disfraces. Se convertía en una fortaleza. Él ejército sitiador aguardaba hasta que los moradores muriesen de hambre o de enfermasen. A menudo los sitiadores sobornaban a alguien del castillo para que abrieran las puertas.


Los castillos que protegían las ciudades tenían a menudo una segunda puerta trasera. En la sombra de las puertas de la ciudad estaban los blancos donde practicaban tiro los arqueros. Cuando la guarnición no practicaba sus habilidades guerreras estaba ocupadas instalando almacenes y municiones, o reparando sus armas.

El trabuquete era una máquina de asedio, que lanzaba proyectiles a gran altura y podía sobrepasar las murallas desde una distancia de trescientos metros. Era propulsado por un contrapeso. el trabuquete no sólo lanzaba piedras, también se lanzaba vasijas llenas de cal que quemaba la piel, animales muertos con intención de provocar enfermedades en el castillo, y en un ataque realmente espantoso se lanzaban cabezas.

El almajaneque también era una máquina de asedio que disparaba proyectiles en trayectoria baja, sin alcanzaba gran altura. Las piedras disparadas golpeaban contra las murallas, en vez de volar sobre ellas y caer en el recinto.

El mantelete era una empalizada portátil que protegía a los arqueros o zapadores que estaban al alcance del defensor.

Las vasijas incendiarias llenas de líquidos inflamables, como la brea, prendían fuego a todo lo que había debajo cuando se rompían.

Las ballestas eran tan poderosas que se convirtieron en un arma terrible. Para ayudar a traspasar las placas de la armadura, el ballestero ponía un poco de cera de abeja en la punta, si la saeta llegaba en ángulo, la cera ayudaba a la punta a ceñirse a las placas y penetrar mejor en la armadura. Eran más potentes que los arcos, además de tener otras ventajas como ser más precisas y poderse disparar en espacios reducidos .

El arco largo necesitaba de gran habilidad para dispararlo. En manos de un buen arquero era tan potente que podía traspasar un panel de roble. Era rápido de disparar, en él mismo tiempo que un arquero empleaba en disparar hasta cuatro flechas el ballestero solo disparaba una saeta. Había diversos tipos de puntas de flecha para diferentes cometidos, como traspasar una armadura, matar caballos e infantes.

La marca de fuego en el cuerpo de un criminal era la pena de algunos delitos. Un malhechor marcado con una M no podía esconder su culpa, la sentencia se ejecutaba inmediatamente.

La pena para los prisioneros que no querían confesar era ser aplastados hasta morir. Era una muerte lenta, agonizante y muchos pedían que se saltara encima para morir antes.

En los delitos más triviales, como las borracheras y las peleas, el prisionero era enviado a un cepo para dedos. También se utilizaba para escolares díscolos.

Las ejecuciones en la horca, estaban reservadas para crímenes importantes. Era una muerte lenta, por lo que los condenados pedían a sus amigos en el camino hacia ella que tiraran de sus piernas.


La pena para los crímenes menores, como vender bienes con peso escaso, era permanecer un tiempo en el cepo. Estructura de madera con orificios para coger la cabeza y las manos del condenado. En casos un poco más graves, como propagar falsos rumores, se clavaban las orejas del reo al tablero.

La pena para la traición era “colgar, arrastrar y descuartizar” al traidor. Cuando la víctima estaba medio muerta, el verdugo le bajaba y le arrancaba las entrañas, cogía el corazón y gritaba “ ¡ Mirad el corazón del traidor !”. Las cabezas de los traidores decoraban las puertas de la ciudad avisando a los que quisieran conspirar contra el rey. También se exponían en lugares públicos.

Otro castigo era zambullir al prisionero en el foso o en la alberca de la villa. Se le sentaba en un taburete y se le bajaba al agua.

Para algunos criminales el castigo no acababa en el patíbulo. El herrero remachaba cadenas en el cadáver que se exponía para que otros no cometieran delito. Otras veces el viento y la climatología podían reducir el cuerpo a los huesos. Los pájaros anidaban en la calavera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

ya sé que es posterior, pero me has recordado cuando d'artagnan descubre la flor de lis de milady de winter, el equivalente a la m de que hablas en la francia de richelieu

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