CASTILLO DE BUTRON (BILBAO)
Se remonta al siglo XI, fecha en la que se construyó una torre típicamente medieval sobre la antigua casa de los Butrón, fundada por el Capitán Gamíniz en el siglo VIII en la Anteiglesia de Gatika, sobre el peñascal de Ganzorri o Gantzurritz
El castillo de Butrón constituye uno de los edificios-fortalezas más destacados de Vizcaya. La impresionante visión de este edificio elevándose hacia el cielo le otorga un aspecto impactante. Toda la obra es de grandísima solidez como así lo demuestran sus muros de 13 pies de espesor. Destacan dos cubos circulares de gran grosor y con multitud de vanos. La torre del Homenaje, los chapiteles y los garitones aportan al edificio un matiz decorativo. La torre del homenaje data del siglo XIX, y se eleva por encima de todo el edificio.
El castillo es una preciosa construcción realizada en piedra labrada y trabajada. Gracias al color de su piedra, se aprecia de forma clara la parte más antigua. El esfuerzo artístico se manifiesta en sus detalles decorativos que dotan al conjunto de una enorme belleza.
Se encuentra rodeado por un amplio parque con especies botánicas, lo que le da un aspecto paradisíaco. Está enmarcado en un bosque de robles junto a un pequeño río que va a desembocar a Palencia. Todo esto, unido a su forma propia que recuerda a los palacios centroeuropeos, le otorga un aspecto de palacio sacado de un cuento.
GUARDAR LAS FORMAS EN LA MESA
... Recuerda limpiarte la boca antes de beber del vaso.
Era uno de los consejos que en el tardío 1200 un anciano, daba a un joven que quería figurar entre la alta sociedad de la época.
El consejo aún en regla y que ha pasado indemne el curso de los siglos.
De hecho, ya en el Medioevo se codifican una serie de reglas de buena educación en la mesa teniendo en cuenta que la preparación de la mesa consistía en una tabla con dos caballetes, y dos manteles que la cubrían.
Por cada comensal se colocaba un cuenco de cerámica o madera envejecida donde se servía la sopa o cualquier otro plato a base de caldo.
Un segundo plato llano se metía bajo el cuenco, y podía ser de cerámica o de madera; en algunos casos se utilizaban platos hechos de un pan especial llamado Mense (de aquí la palabra española "mesa") y para terminar, se servía una cuchara, y correspondía al comensal traerse un cuchillo.
Cada dos personas se colocaba un jarro del cual beber.
Poner la mesa, era muy diferente de lo que actualmente definimos como lo mínimo indispensable para poder comer.
Así mismo el tenedor nace en Venecia en el tardío s.XIV, mientras que el cuchillo se coloca junto a cada comensal sólo a partir del s. XVII.
El mantel ya se conocía y utilizaba, pero era la guinda sólo en la mesa de los más ricos.
Con este tipo de preparación, era necesario conocer un mínimo de buenas maneras para no poner a los comensales en un aprieto.
Es por esto que nace así el llamado "tratado de las buenas costumbres", donde las reglas más importantes eran:
* No se puede hablar con la boca llena, y se debe masticar en silencio sin que se vea lo que tienes en la boca
* Límpiate la boca antes de beber, para no molestar a tu vecino que se servirá en las mismas copas
* No te limpies las manos en la chaqueta o en el mantel, sino en la servilleta o lávalas en el aguamanil.
* No te limpies los dientes con el cuchillo y no emitas ningún ruido desagradable que pueda provocar asco a la persona que se sienta junto a ti.
* No cojas la ración más grande y no revuelvas en las porciones ya cortadas buscando la más exquisita.
* Pon atención en no manchar tu vestido ni el de los demás comensales.
* No estropees la servilleta ni la uses para hacer nudos, úsala para limpiarte la boca y las manos.
Estas recomendaciones de buenos modales, que en gran parte se pueden aplicar todavía hoy, nos recuerdan que ciertos comportamientos resultaban desagradables también en el siglo XIII.
Las mismas reglas de buena educación vienen descritas en el Menanger de Paris escrito en el S. XIV, donde un marido enseña a su joven esposa a mantener con decoro la casa, a cocinar y a poner la mesa como es debido.
Este cuidado por las buenas maneras demuestra por tanto que la Edad Media no es una época donde se preparaban suntuosos banquetes para regocijarse alegremente y para atiborrarse de carne y de caza sin un mínimo de decoro, sino que eran eventos bien codificados, donde el modo de presentarse y de comportarse eran tan importantes como lucir un buen vestido.