CASTILLO DE TORIJA (GUADALAJARA)



El municipio de Torija está en la parte oeste de la provincia de Guadalajara. El castillo se sitúa en lo alto de un cerro formado por el valle donde discurre el arroyo Torija, arroyo que da nombre también al municipio y al castillo.

En su planta actual la fortaleza data del S. XV y fue obra de la familia Mendoza que, desde su llegada a Castilla, estuvo vinculada a Torija y a los pueblos de alrededor. Es de planta cuadrada y está hecha con piedra caliza de la Alcarria. Tiene tres cubos cilíndricos y una esbelta torre del Homenaje, donde en sus tiempos se alojaban los señores del castillo. En su interior hay un patio de armas que tuvo un pozo con agua en el centro. Dejó de ser habitada a finales del S. XVI y sólo en ocasiones excepcionales fue usada durante el XVI para albergar a reyes Carlos V o Felipe II y a visitantes ilustres.

En sus muros se hicieron fuertes las tropas mandadas por Juan de Puelles,(referido a los navarros) en una de sus incursiones por la Alcarria. Aquí resistieron durante siete años las embestidas de las tropas de los Mendoza y del arzobispo de Toledo.

En el siglo XIX, con la guerra de la Independencia, el castillo fue prácticamente destruido. Posteriormente, el edificio fe siendo restaurando parte por parte. A finales del siglo XX, se derrumbó una de las estructuras de los ángulos pero ya está restaurada.

La restauración de la Dirección General de Bellas Artes en los años sesenta y de la Diputación de Guadalajara más recientemente, ha posibilitado la recuperación de la antigua prestancia y caracter de esta fortaleza, que hoy luce entre las más bonitas de la provincia alcarreña.

En 1995, el castillo acogió entre sus muros, concretamente en la torre del Homenaje, una recopilación de los aspectos más importantes del premio Nobel de Literatura Camilo José Cela y a su libro Viaje a la Alcarria. Desde entonces, se encuentra ahí un museo dedicado a Cela, autor de títulos como La familia de Pascual Duarte o La Colmena.

Hoy en día, está totalmente restaurado, es de propiedad municipal y alberga un museo y es sede de actos culturales.



El legado de la Castilla medieval (España)



La fecha de 1474 tiene un valor simbólico por cuanto traza, dentro de la inevitable periodización de la historia, la frontera entre los tiempos medievales y los modernos. Pero el contraste, al menos en apariencia, es aún mayor si tenemos en cuenta que el reinado de Enrique IV, último monarca de la Castilla medieval, se caracteriza por el caos y la anarquía, en tanto que el que le siguió, es decir, el de los Reyes Católicos, destaca por todo lo contrario, pues, como diría años más tarde el cronista Fernández de Oviedo, "aquel fue tiempo áureo y de justicia".

Ahora bien, las cuestiones que hubieron de afrontar los Reyes Católicos eran una herencia de la época anterior, ya fueran los intentos para construir una monarquía fuerte y vigorosa, la tradicional pugna con los islamitas, el conflicto con judíos y conversos o la proyección marítima hacia el Atlántico. En definitiva, las premisas del glorioso reinado de los Reyes Católicos se venían gestando desde tiempo atrás, por más que no se concretaran de manera definitiva hasta la época de Isabel y Fernando.
Los Reyes Católicos dieron pasos decisivos en orden a la edificación de un Estado moderno. No obstante, su labor no partió de la nada. Antes al contrario recibieron un importante legado del pasado, tanto en el terreno doctrinal como en el de la práctica política. El camino lo había iniciado en el siglo XIII Alfonso X, lo ratificó en la siguiente centuria Alfonso XI y lo remataron posteriormente los Trastámaras, particularmente a través de la creación de instituciones centrales de gobierno tan importantes como la Audiencia o el Consejo Real.

Paralelamente se había diseñado en los dos últimos siglos de la Edad Media un modelo de poder local que tenía como pilares el regimiento, por una parte, y los corregidores, por otra, y que se encontraba directamente tutelado por la Corona.
¿Y qué decir de los letrados, cuyo in crescendo en la Baja Edad Media fue analizado en su día por el profesor De Moxó, y que, a fines del siglo XV, fueron un elemento clave de la monarquía de los Reyes Católicos? ¿No eran asimismo las Hermandades, sabiamente utilizadas en su día por los Reyes Católicos para garantizar la paz y el orden, una institución de cuño medieval, municipalista y defensora a ultranza del dominio realengo? En definitiva, a poco que se escarbe fácilmente puede rastrearse el fuerte peso desempeñado por la tradición política de la Castilla medieval en la acuñación de la monarquía de los Reyes Católicos.

La lucha de los reyes de Castilla y León contra los musulmanes prácticamente había quedado detenida en la segunda mitad del siglo XIII. Ciertamente desde el reinado de Sancho IV hasta el de Enrique IV hubo combates de distinto signo con los islamitas, pero el reino nazarí de Granada, reservado en los tratados de reparto a Castilla, pudo resistir sin grandes dificultades. De todos modos el ideal de la guerra divinal estuvo en todo momento vigente. Sólo las difíciles circunstancias por las que atravesó la Corona de Castilla en los siglos XIV y XV le impidieron concluir con la tarea que le correspondía en el ámbito de la reconquista.

Mas la pugna por el estrecho de Gibraltar, la toma de Antequera, la batalla de La Higueruela o las campañas de desgaste de los nazaríes organizadas por Enrique IV, por citar sólo los hechos de armas más significativos, dejaban constancia de la irrenunciable voluntad de reconstruir la perdida unidad de Hispania. Otra cosa es que el empuje final lo dieran los Reyes Católicos, con lo cual, al decir de F. Soldevila, lograron "dar salida a las energías del pueblo castellano, antes fratricida, elevar la lucha civil a lucha nacional, la guerra intestina a guerra externa".

(C) Julio Valdeón Baruque
Fuente: aquí

La Vestimenta Medieval



Las ropas usadas en el Imperio Romano ya habían caído en desuso, como la toga (larga tela que se envolvía en el cuerpo) que caracterizó la indumentaria masculina del ciudadano de las primeras épocas romanas, debajo de esta prendas, como ropa interior se usaba la túnica de lana, mientras la mujer casada lucía la estola, parecida a la toga masculina, y cubría sus hombros con la palla.

Los tejidos de punto y malla son característicos de esta nueva etapa, conocida como Edad Media, que se inicia en el año 476.

Los bárbaros introdujeron la costumbre del uso de bragas que cubrían las piernas, prendas semejantes a los pantalones, o las calzas, éstas adheridas a la pierna, bordadas y adornadas, ajustadas ambas en las pantorrillas, por medio de correas entrecruzadas. Los nobles las usaban de color rojo. Las túnicas, que antes carecían de mangas o las poseían muy cortas, ahora las anexaron.

Se siguieron usando las capas de lana rectangulares (clámides) adquiriendo mayor amplitud. Los bárbaros usaban generalmente dos tonos de ropa, el lado izquierdo no era del mismo color que el derecho.

El mundo bizantino, aportó su lujo y su nueva variedad de telas. Sobre todo se agregó la seda y los ricos bordados en oro y piedras preciosas. Los flecos y adornos predominaban en sus trajes que poco a poco fueron infiltrándose en la zona occidental, por ejemplo con el uso del manto semicircular, agarrado desde el hombro derecho, ya que no tenía ningún agujero para pasar la cabeza. El manto era símbolo de status, y no sólo para protegerse del frío. Los mantos oscuros simbolizaban que la persona atravesaba un período de duelo.

También con la invasión árabe se comenzaron a utilizar nuevas telas, y en aquellos pueblos que no lograron escapar a su dominio, se impuso su singular vestimenta de anchos pantalones (zaragüelles), el uso de la faja, el turbante y la túnica corta abotonada y ajustada (aljuba).

Cuando los españoles iniciaron la Reconquista, emprendieron la campaña usando la camisa como ropa interior, y luego varias túnicas superpuestas, que terminaban con el rial, ceñido al cuerpo hasta la cintura (jubón) y que luego se ampliaba en volados, que poco a poco fueron dejándose de usar. Era abotonado y decorado con bordados.

Se continuaron usando las túnicas talares, llamadas así porque llegaban hasta los talones, denominadas gonel y encima un sobre-gonel.. Éste fue evolucionando, agregándosele un cuello o esclavina recibiendo el nombre de garnacha. Este cuello luego fue descartado, y la prenda se hizo más corta, siendo el antecedente de nuestro gabán.

El pellote era una especie de vestido largo y abrigado ya que se forraba habitualmente con piel de conejo. Las cabezas eran adornadas con sombreros cilíndricos o birretes.

Para la guerra se usaban cotas de malla, sobre túnicas de lana, armaduras, escudos y yelmos de hierro, pues las luchas eran cuerpo a cuerpo, y cinturones para sostener las espadas.

En cuanto a las mujeres, se hizo común el uso de faldas de forma cuadrada, con un agujero en la cintura y cuatro picos en el extremo inferior. Predominaban las líneas rectas y las mangas ajustadas. Cubrían sus cabezas con cofias o tocados, sujetas con cintas que se ataban debajo de la barbilla. Se protegían del frío con mantas o capas. También al igual que los hombres, usaban pellotes. No usaban calzas ya que las piernas no se cubrían.

Los religiosos, de gran influencia en el cristiano mundo medieval también contaban con ropas típicas, muchas de cuyas características aún subsisten. Para las grandes ocasiones, los obispos usaban la mitra, o toca alta y puntiaguda, el báculo pastoral (bastón); la capa, y la dalmática, túnica abierta por los lados, en muchas ocasiones finamente adornada, con hilos de oro y plata.

En cuanto al calzado, ambos sexos usaban una especie de zapatillas abiertas fabricadas con cuero, de cabra para las clases más adineradas, o de vaca para el común de la población. A veces, los hombres llevaban botas.

Una pesada Armadura

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Los poderosos caballeros

Resulta impresionante pensar en los tremendos esfuerzos realizados por los caballeros para llevar a cuestas estos 37 kilos de metal y luchar contra el enemigo. Aunque estos hombres iban armados de pies a cabeza, las armaduras estaban elaboradas de tal forma que les permitía realizar una serie de movimientos.

La indumentaria usada en guerra fue evolucionando a partir del avance de las técnicas empleadas para trabajar distintos materiales. Así, la cota de malla fue reemplazada por la armadura de placas, la que distribuía el peso y hacía más fácil su uso.

Con el escudo, el pesado casco -que a veces cortaba la respiración de los combatientes- la ballesta y la espada en mano, estos fieros luchadores montaban sus caballos -también protegidos con armaduras- y se batían en duelo contra el enemigo.

Muchas veces éstos señores medievales caían de sus corceles, situación que los dejaba a merced del contendor. Aquí comenzaba la batalla cuerpo a cuerpo, embebida de torpes maniobras. Luego de horas de lucha encarnizada, el vencedor empuñaba su daga y la introducía entre el casco y el peto de su adversario, pidiéndole que admitiera su derrota antes de morir.

Mystico


MYSTICO es un nuevo concepto sonoro basado en 4 elementos musicales: Cantos Gregorianos, Piano, Opera y ritmos electrónicos

Castillo de Cuéllar ( Segovia)



El castillo de Cuéllar está situado sobre la llamada ciudadela, en la parte más alta de Cuéllar, provincia de Segovia (España), cerrando por este lugar el recinto amurallado de la villa.

El primitivo castillo de Cuéllar fue usurpado por Enrique IV a su hermanastra Isabel, a quien su padre Juan II se lo legara en su testamento. Enrique IV se lo concedió entonces a su favorito don Beltrán de la Cueva, primer duque de Alburquerque, que comenzó la construcción de un nuevo castillo-palacio que lo terminaron, en estilo renacentistas los sucesores en el siglo XVI.

Este castillo constituyó un verdadero baluarte defensivo que pasó por diferentes reformas hasta el siglo XVIII. Hasta ese siglo el castillo-palacio lució con solera valiosos cuadros de firmas famosas, tapices y salones decorados con sumo lujo, vajillas de oro y plata, armas de todos los estilos...

Se dice que albergó la más rica y variada armería del país. Todo esto y mucho más fue expoliado durante la Guerra de la Independencia.

Algunos acontecimientos albergaron los muros de este castillo, como las fiestas organizadas por don Juan II para obsequiar a los infantes de Aragón, tal vez la tragedia de Doña Juana de Castro, los gritos de guerra de los caballeros del Conde de Treviño (don Pedro de Manrique) en tiempo de Enrique IV. y algunos mas...

Fue cuartel general de lord Wellington y refugio seguro del general Víctor Hugo durante la guerra de la Independencia. Fue en ese período cuando sufrió el despojo y la rapiña de los soldados de Napoleón.

En el siglo XX fue arreglado para hacer de él un Centro de Enseñanza.
Su planta es rectangular, lo flanquea tres torres cilíndricas situadas en cada uno de los vértices, y una cuadrada al suroeste.

En la parte superior de la fachada sur puede verse una amplia galería renacentista sostenida por enormes ménsulas, que rompe con su airosa construcción, la monotonía del muro. Bajo la galería hay un balcón y un gran ventanal que dá luz al comedor y al gran salón de recepciones.

En la parte baja del torreón cuadrangular existe aún un elevado arco de ladrillo, bajo el que se abría una de las tres puertas que daban acceso a la fortaleza, y que parece ser restos de una edificación anterior sobre la que se construyó la parte actual.
Es de estilo gótico casi en su totalidad.