Cañones


Tuvieron que pasar varios siglos de experimentación antes de que las armas de pólvora resultaran verdaderamente útiles. Una de las dificultades era el crear una pólvora que ardiera de manera rápida, uniforme y potente.
Otra dificultada estaba en el diseño de los cañones para que no explotasen.
Con los primeros cañones era tan peligroso el dispararlos como el ser su blanco.
A mediados del siglo XV, las tecnologías de los cañones y de la pólvora habían avanzado suficientemente como para ser considerados armas importantes.
En la Edad Media, los cañones se utilizaban para derribar murallas durante los asedios y para disparar contra las filas de soldados en el campo de batalla.
Su capacidad para derribar paredes verticales dio lugar a modificaciones en la construcción de los castillos.
Los altos muros en vertical fueron reemplazados por murallas inclinadas de menor altura.
Sin embargo, la utilidad de los cañones en el campo de batalla estaba bastante limitada porque su manejo era dificultoso y también lo era su traslado.

Durante el sitio de Terni, en 1340, se utilizaron por primera vez morteros (que con el tiempo dieron origen a los cañones modernos), en batallas como las de Cahors y Tournai (1345) y tuvieron un éxito notorio, lo cual condujo a la concentración de la manufactura de cañones en centros famosos como Augsburgo, después de 1370.

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